40 AÑOS DESPUÉS... EL ABRAZO QUE NUNCA SE OLVIDA

40 Años Después… El Abrazo que Nunca se Olvida

Encuentro de Egresados Promoción 1985 

Dicen que el tiempo pasa volando, pero hay abrazos, miradas y recuerdos que logran detenerlo. Así ocurrió el pasado 11 de octubre de 2025, cuando nuestra querida Institución Educativa Presbítero Luis Rodolfo Gómez Ramírez, con sus 118 años de historia, abrió nuevamente sus puertas para recibir a quienes hace cuatro décadas partieron con un título en la mano y un corazón lleno de sueños: la promoción de 1985.

Desde tempranas horas, los egresados atendieron con entusiasmo el llamado de los líderes que, con compromiso y cariño, han mantenido viva la llama de la amistad y la fraternidad. Aprovechando la tradicional Semana de las Colonias Santuarianas, encontraron en esta fecha el momento perfecto para reencontrarse.

En la entrada de la institución, la emoción se hizo palpable: abrazos prolongados, risas sinceras, saludos entre compañeros que no se veían hace años… y la cálida bienvenida de nuestros estudiantes del grupo 11° C, quienes, con una chocolatina, una aromática o un tinto en mano, hicieron sentir a los invitados nuevamente “en casa”. También estuvo presente la querida profesora María Amparo Gómez Montoya, testigo y parte viva de esta historia compartida.

En el Aula Máxima, la rectora Ángela Ruth Monsalve Patiño les dio la bienvenida con palabras llenas de alegría y esperanza, invitando a que este encuentro sea el primero de muchos: “Queremos que esta casa, que alguna vez fue suya, los reciba siempre con los brazos abiertos”, expresó con emoción.

La voz cálida de uno de los líderes de la promoción tomó la palabra, y tras un saludo cargado de nostalgia, invitó a guardar un minuto de silencio por aquellos compañeros que partieron al Reino de los Cielos, recordándonos que, aunque ya no caminan con nosotros, su presencia perdura en la memoria colectiva.

Acto seguido, se celebró la Sagrada Eucaristía, un momento íntimo y significativo en el que, entre anécdotas y oraciones, se dio gracias por el don de la vida y por la oportunidad de celebrar este reencuentro después de 40 años.

La jornada continuó con una muestra cultural protagonizada por nuestros talentosos estudiantes, quienes ofrecieron su arte como homenaje a los invitados especiales. La estudiante Estrella Velásquez, del grado séptimo, vestida de mariachi, abrió el telón interpretando “A mi madre” y “Las chamaquitas”, provocando aplausos sentidos. Luego, Samuel Duque, heredero del talento de una familia santuariana, hizo vibrar los corazones con “Los caminos de la vida” y “Pueblito viejo”, melodías que resonaron como eco de aquellos años liceístas.

Entre presentación y presentación, los egresados se dirigieron a la cancha cubierta, donde el grupo de porristas “Tiger’s”, lideradas por la egresada Catalina Ramírez Ciro, mostró la fuerza, la disciplina y el talento que las llevó a coronarse campeonas el pasado 1 de septiembre en Bucaramanga. Su presentación fue recibida con ovaciones y orgullo por parte de los invitados.

De regreso al escenario, Eylin Jamara Montoya Gómez, estudiante de décimo grado, interpretó “La Llorona”, llenando el ambiente de una emotiva calma. Luego se unió a su hermana Dulce María Montoya Gómez para cantar “Confieso” de Kany García, un dúo que tocó fibras profundas, evocando a quienes ya no están físicamente, pero siguen habitando nuestros recuerdos. Finalmente, José Julián Arrieta, también de décimo grado, cerró la muestra con “Reminiscencias” de Julio Jaramillo, canción que pareció escrita para este día de memoria compartida.

Como en los viejos tiempos, llegó el momento del “recreo”: nuestra rectora ofreció un delicioso refrigerio y los egresados se dirigieron a la tienda escolar, donde entre risas y fotografías revivieron aquellos días en que los patios, las aulas y los pasillos fueron el escenario de sus juventudes. Historias que no se olvidan, que siguen latiendo en el corazón de quienes alguna vez fueron llamados liceístas, nombre que aún resuena con orgullo entre quienes pasamos por esta noble casa de formación.

La celebración continuó más tarde en el Club de El Santuario… pero esa, como dicen, es otra historia.

Lo que sí queda claro es que la magia del reencuentro existe. Que la educación, la amistad y la memoria son puentes que no se rompen con el tiempo. Por eso, esta reseña es también una invitación abierta a todas las promociones: vuelvan, visiten su institución, reúnanse, celebren la vida y hagan que esta tradición de encuentros siga creciendo.

Porque nuestra institución no es solo un lugar: es un hogar que siempre los espera.



Por: Carlos Julio Duque Montoya

Docente y egresado 1997

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